Una vez que terminan de cenar los personajes, cada uno se retira al lugar de descanso.
Pero, el narrador aclara que... "el agua caía sin cesár" marcancando la importancia de la búsqueda de purificación que se explicita desde el prinicipio.
El afán purificador, también se observa en la expresión "el fogón apagado quedó brillando"
En el ritual entorno al mate, tanto Elvira como el Hombre Pálido manifiestan sentimientos contradictorios.
Por un lado, Elvira está asustada por cómo la mira el hombre y por otro lado, el Hombre Pálido tiene un cambio a nivel interno que lo hace vasilar o temblar al escribir o dar el mate.
El Hombre Pálido al mirar los ojos de Elvira, cambia de actitud y comienza a sentir piedad por la jóven.
Porque la descripción del cuerpo alimenta sus deseos, pero también en la mirada de Elvira se generan sentimientos inexplicables que hacen que el hombre cambie y no realize sus intenciones.
Luego de la cena, los tres personajes se disponen a descansar y hay una serie de sensaciones auditivas: el rumor de las camas", "el ruido del agua que caía sin cesár"
La primera parte termina marcando un afan purificador, no sólo por el agua que sigue estando presente, sino también por el fuego que queda brillando.
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